Muchos problemas de conducta, carácter y de formas negativas de afrontar nuestra vida podrían envitarse si incorporásemos como la cosa más normal del mundo (lo es) la visita a un buen psicólogo cuando no nos encontramos bien. No hace falta esperar a tener un cuadro depresivo para visitar a un profesional, ya que con él podemos aprender cosas tan importantes como formas de expresar nuestros sentimientos, comunicación asertiva, o técnicas para evitar relaciones tóxicas, por poner sólo unos ejemplos.
Un psicólogo es también alguien que nos va a ayudar con distintas herramientas a sobrellevar aquellos aspectos emocionales de un diagnóstico de artritis. La ansiedad, la depresión o la ira son emociones que pueden aparecer y que debemos aprender a gestionar de una manera sana.
Aunque algunos pacientes de artritis pueden desarrollar depresión si el avance de su enfermedad supera sus expectativas o si se sienten incapaces de llevar la vida que llevaban antes de ser diagnosticado, no existen estudios clínicos que permitan aseverar tajantemente que estas patologías son más frecuentes en personas con artritis. La fatiga y los problemas de sueño se asocian a la depresión, pero ambos síntomas lo son también de la artritis reumatoide, lo que hace que muchas veces se atribuya una depresión a un paciente de artritis cuando realmente lo que muestra son los síntomas de la propia artritis. Un buen profesional puede ayudarte a diferenciar lo que es una cosa u otra, y detectará si hay que actuar y de qué manera.