Vida saludable y espondilitis anquilosante

Los hábitos saludables deben ser una norma en nuestra vida a cualquier edad y sea cual sea nuestra condición física. Pero si te han diagnosticado espondilitis o espondiloartritis axial, dormir bien, comer sano, dejar hábitos como el tabaco y hacer ejercicio suave mejoran de manera notable la percepción que tenemos de la enfermedad.

Ya sea que esté dormido, sentado o de pie, mantener una postura apropiada es importante para evitar que fusionen las articulaciones en posiciones indeseables.

Un buen colchón es una inversión interesante, así como dedicar un tiempo a elegir la almohada o almohadas más convenientes. Si duermes bocarriba lo mejor es una almohada fina, y si eres más de dormir de lado, puedes utilizar una un poco más elevada, aunque dormir en una postura que flexione las piernas está desaconsejado.

Aunque es frecuente que nos recomienden aparatos ortopédicos para mantener la espalda recta, lo ideal es dejarnos aconsejar por un buen fisioterapeuta acerca de cuáles son las medidas de higiene postural más adecuadas para sentarnos correctamente y caminar o conducir. Al principio puede resultar un poco difícil estar pendiente de ello, pero poco a poco se interiorizan estas medidas y las acabarás llevando a cabo sin darte cuenta.

Es posible que hayas notado un tremendo cansancio que te molesta más incluso que el dolor o la rigidez de las articulaciones, característicos de la espondilitis y las demás formas de artritis. Reserva el tiempo que precises para tu descanso, y explica a tu familia y amigos que el cansancio es un síntoma frecuente. Además, durante los brotes deberás mantener cierto reposo.

A veces no resulta fácil adaptar tus necesidades de sueño al ritmo de vida familiar o social, por lo que no dudes en comunicar esas necesidades y su origen a todos aquellos con los que compartes ocio, tareas, responsabilidades… Seguro que lo entenderán mejor si se lo dices que si no lo dices y te agotas tratando de adaptarte al ritmo de vida de los demás. Tu familia y tus amigos quieren que te encuentres bien y entenderán perfectamente tus necesidades de descanso y de reposo. Pero sólo si las conocen.

Reducir el dolor de las articulaciones no depende sólo de la medicación. La práctica de ejercicios de intensidad suave o moderada contribuye de manera sensible y definitiva a reducir los síntomas de la espondilitis, aunque deberán estar recomendados por un profesional fisioterapeuta. En general, aquellos ejercicios que permitan dar mayor tono muscular a la espalda y que contribuyan a mejorar la flexibilidad del tórax serán los más recomendables.

Pensemos que si la enfermedad avanza, la curvatura puede ir incidiendo en la capacidad de los pulmones para expandirse, así que todo lo que hagamos para contrarrestar eso, será bueno.

Algunos ejercicios recomendados son el yoga, estiramientos, ejercicios de corrección de postura, natación, caminar, bicicleta, entre otros.

Debemos también a prevenir aquellos otros trastornos (obesidad y sobrepeso, trastornos del sueño, diabetes, enfermedades cardiovasculares) que pueden agravar la espondilitis.. A nivel psicológico, el deporte ayuda a sentirse mejor y a tener mejor presencia física, lo que sin duda repercute en un estado de ánimo más seguro y optimista.

Siempre será mejor poco ejercicio que ninguno. Lo mejor es empezar por ejercicios suaves para incrementar poco a poco la duración e intensidad de los mismos. Procura mantener una rutina de ejercicio y asume que éste debe sumarse a la actividad diaria: no vale ir a por el pan y contar eso como ejercicio si ya lo hacías antes.

Ten en cuenta que durante los brotes es posible que necesites reducir la actividad para evitar daños en las articulaciones. Retoma la actividad cuando te encuentre mejor y hazlo de forma paulatina.

Como norma, las recomendaciones sobre una alimentación sana aplicables a la población general son también de aplicación a las personas con espondilitis anquilosante.

Es importante que ningún suplemento nutricional sustituya la medicación que haya pautado tu reumatólogo, con el que debes consultar si debes o no tomar estos suplementos cuya eficacia no está respaldada por estudios científicos.

La dieta ideal para la espondiloartritis
  • Cinco raciones de fruta y verdura al día (tres de fruta, dos de verdura).
  • Más pescado que carne, y dentro de los pescados, los azules son muy recomendables.
  • Las carnes deben ser bajas en grasas.
  • En cuanto a los aceites, qué mejor que el aceite de oliva para guisar o aliñar, siempre en pequeñas dosis dado su elevado aporte calórico.
Evite
  • Productos procesados, embutidos, enlatados y refinados (bollería industrial).
  • Las grasas saturadas procedentes de fuentes animales como la mantequilla, manteca de cerdo, tocino y carnes rojas y las grasas trans (abundantes en fritos, comidas rápidas, productos procesados) que son perjudiciales para su salud.
  • El azúcar y las bebidas o refrescos azucarados también aumentan la inflamación.
  • El café, té, alcohol y tabaco.
  • Los dulces en grandes cantidades; en lugar de azúcar blanco, utilice otros endulzantes.
Siga una dieta rica en
  • Legumbres: judías, garbanzos, habas, lentejas, soja. Son una gran fuente de proteína de origen vegetal.
  • Cereales integrales: arroz, semillas de todo tipo, maíz, avena, centeno, cebada, quinoa.
  • Verduras y hortalizas: apio, zanahoria, brócoli, pimiento, cebolla, coliflor, espinacas, acelgas, puerro, patatas, espárrago y germinados (alfalfa).
  • Aceite de oliva virgen extra: rico en omega 3. Otros aceites: germen de trigo y de lino.
  • Pescado: rico en omega 3. Preferiblemente pescado azul: caballa, sardinas, arenque, boquerones, salmón.
  • Setas: champiñones, shiitake.
  • Carnes magras: pollo, pavo, conejo.
  • Frutos secos: nueces, almendras, pistachos.
  • Huevos: contienen omega 3.
  • Frutas deshidratadas: pasas y orejones.
  • Frutas frescas: ricas en vitamina C y antioxidantes. Naranja, piña, papaya.
  • Semillas: girasol, linaza, calabaza. Coma un puñado de semillas al día (puede esparcirlas en ensaladas o en el pan). Las semillas son ricas en antioxidantes, vitaminas, fibra, magnesio, cobre, hierro y zinc, todos ellos nutrientes que fortalecen su sistema inmunológico.
  • Lácteos: preferiblemente yogurt, kéfir y quesos frescos.
  • Bebidas vegetales: de coco, almendras, arroz, soja, avellanas, etc. y sus derivados (yogurt o queso vegetal).
  • Algas: nori, espirulina: alimentos de origen marino con gran valor nutricional.
  • Probióticos: el yogurt y los alimentos fermentados como el miso japonés (soja fermentada), kéfir y el chucrut (col fermentada), que contienen microorganismos buenos para nuestra flora intestinal. Su función es ayudar a digerir los alimentos y a fortalecer el sistema inmune ya que además actúan como barrera de defensa frente a la entrada de microorganismos patógenos.
Porciones: Método del plato

La mitad del plato debería consistir en verduras y frutas (ensalada variada), mientras que la otra mitad debe incluir proteína magra (pescado o legumbres) y cereales (arroz integral) a partes iguales.

Fisioterapia especializada y espondilitis anquilosante

Un fisioterapeuta especializado y tu propio reumatólogo podrán ayudarte a prevenir deformidades y a mantener tus articulaciones a salvo de lesiones típicas de la espondilitis, lo que te va a permitir mantener una vida normal y la independencia en tus actividades cotidianas.

Un tratamiento precoz tanto a nivel farmacológico como fisioterapéutico te va a permitir mantener a raya los síntomas, por lo que te recomendamos preguntar a tu médico y a tu reumatólogo por fisioterapeutas especializados en espondilitis.

Es posible que además de ejercicios de higiene postural para que mantengas la espalda en perfecto estado y los músculos tonificados, te recomiende algún tipo de ejercicio específico según sea el avance de las lesiones, el grado de movilidad de las articulaciones, etc. Antes de empezar cualquier actividad de este tipo, consulta con tu reumatólogo.

Apoyo psicológico

Puede que el impacto de un diagnóstico de espondilitis anquilosante afecte a tu forma de ver la vida, incluso que tiendas a aislarte o prefieras no compartir tus preocupaciones con nadie, ni siquiera con tu médico. Es un error: habla con los profesionales, contacta con asociaciones de pacientes, comparte tus temores y tus preocupaciones porque sólo al hablar de ellas ya encontrarás que no son tan graves y que hay solución para todo lo que te preocupa.

Tu médico de cabecera podrá determinar si además necesitas apoyo de psicoterapeutas o algún tipo de medicación. En todo caso, piensa que nada es tan terrible como lo que somos capaces de imaginar, sobre todo cuando nos asaltan las dudas en mitad de la noche. Sin nadie con quien compartir los miedos y las dudas.